Prólogo:

En un reino, en el que la luz y las tinieblas conviven en armonía, nacieron dos gemelas. Pertenecían a la realeza, y una marca las diferenciaba de todos los demás. Un tatuaje, echo por la propia piel, era un ying-yang, igual que la forma del reino, solo que un río lo dividía formando una gran ‘’S’’. En el centro se hallaba en castillo de los reyes, situado sobre un gran islote mágico. Aquel era un día de fiesta y alegría para todo el reino, hasta que la felicidad de sus padres quedó empañada por una llamada urgente de una de las adivinas de la torre blanca, tambien llamada Énmaine.

Al alba partieron hacia allí. Cuando llegaron les recibió una poderosa hechicera y sus dos consejeras.

-Bienvenidos a la torre blanca, pasar a mi despacho, alli hablaremos tranquilamente.

Subieron unas largas escaleras de caracol hasta que llegaron al ático. Era una estancia de mármol blanco con adornos dorados y unos grandes ventanales que le aportaban toda la luz necesaria.

Cuando el Sol se estaba poniendo los reyes salieron del despacho de la hechicera con expresión triste. Un mes despues el gran río que cruzaba el valle se ensanchó, destrullendo a su paso el castillo central. Se rumorea que fueron los mismos reyes tras una terrible discusión, quienes separaron el reino. Desde entonces el reino, al igual que las gemelas, ha vivido separado. Desde que eso ocurrió nada ha sido igual, la luz y la oscuridad han vivido separados y han perdido poder.